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Taganga: la historia de una lucha por el territorio

First published on 02/22/2019, and last updated on 02/27/2019

Por Claudia Vinueza Riveros, miembro fundador de la Corporación Ambientalista Taganga Azul, Colombia

 

Érase una vez un pueblito de pescadores ubicado en el Caribe colombiano a donde llegaba mucha gente de todo el mundo para ver sus hermosos atardeceres, sus coloridos corales y aprender a bucear, e inclusive, pescar. Era un lugar muy primitivo pero feliz. Los pescadores desfilaban por sus calles a las 4 de la mañana, a veces al ritmo de tambores, para iniciar el día de faena. Los habitantes del pueblo tenían pocas cosas materiales, sin embargo, tenían algunas cosas muy claras: todas las playas estaban a su cuidado y bajo su protección; su territorio era sagrado, ancestral y mágico, y éste debía respetarse; y, sobre todo, que todo estaba dispuesto para ser compartido, así, por ejemplo, si alguien llegaba a una playa mientras el chinchorro estaba siendo recogido con pescado en su interior, esta persona también podía llevarse una parte del botín a su casa.

(c) Jos Amer Matos, Pescador.

Esta es la historia que le cuento a mis hijos sobre el lugar donde ellos tuvieron el privilegio de nacer: Taganga. Pero, ¿por qué es una historia que debe contarse y no vivirse en directo? La respuesta radica en la ficción que la rodea en la actualidad y en la que se convirtió. Así como en cualquier historia de hadas con brujas malvadas, sobre esta bella bahía se cierne a diario una nueva amenaza.

Taganga es un corregimiento de la ciudad de Santa Marta, Magdalena, Colombia. Tiene una tradición pesquera que se remonta a los años anteriores a la Colonia, y una turística que data de la década de 1960, aproximadamente. Es una ensenada rodeada por montañas que se encuentra entre la bahía de Santa Marta y el Parque Natural Nacional Tayrona. Asimismo, constituye parte de la Unidad Ambiental Costera de la Vertiente Norte de la Sierra Nevada de Santa Marta (UAC-VNSNSM), la cual se extiende desde la desembocadura del río Ranchería (departamento de La Guajira) hasta la desembocadura del río Córdoba en Ciénaga (departamento de Magdalena), teniendo como límites norte y sur, el mar Caribe y el sistema montañoso de la Sierra Nevada de Santa Marta, respectivamente (INVEMAR, 2008).

Desde la llegada de los españoles, estos les otorgaron escrituras colectivas sobre sus tierras, las cuales habían protegido con ayuda de los hermanos mayores de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Allí profundizaron sus raíces, en la montaña y el mar. Hoy en día, los pescadores de Taganga desarrollan 3 formas de pesca artesanal: chinchorro, trasmallo y pesca de línea.

La Corporación de Pescadores Chinchorreros de Taganga tiene 165 asociados, quienes antiguamente eran parte de un clan o familia, y ha existido por más de 200 años. Durante todos esos años, el proceso ha sido igual: cada asociado tiene un chinchorro y una cuadrilla conformada por personas que lo tienden, un buzo que está pendiente cuando entra el cardumen y lo manda recoger y halladores que ayudan a sacar el chinchorro del agua cuando el buzo da aviso. En algunas ocasiones también hay vigías que están arriba de los cerros observando cuándo la mancha de peces se aproxima. Su ojo experto inclusive les permite predecir qué tipo de pez es el que se acerca dependiendo de la tonalidad específica del grupo de peces bajo el agua. Las tendidas del chinchorro son rotativas, de esta forma, a cada playa de la bahía y zonas circundantes llega un asociado diferente cada día. La asignación de los turnos para cada playa se hace mediante un sorteo previo.

Los trasmalleros también tienen a 25 miembros en su asociación y funciona de forma similar. Sin embargo, las cuadrillas de este grupo tienen un número más limitado de personas: estas no pueden ser más de siete. Dos de ellos están encargados de elevar el ancla y los cinco restantes de hacer lo propio con el trasmallo.

Por otra parte, los pescadores de línea son más independientes y no se encuentran agremiados, por esta razón no se tiene registro de un número exacto de las personas que desarrollan esta labor.

Sin embargo, poco a poco, el territorio de acción de los pescadores se ha venido reduciendo. No se ha respetado el hecho de que ésta es una actividad ancestral desarrollada por los pobladores originales de esta bahía. Hacia el año 2016, dos pescadores oriundos de Taganga, que desempeñaban su faena tal como lo han venido haciendo todos sus antepasados desde hace más de 500 años, fueron capturados por las autoridades colombianas por estar ejerciendo pesca ilegal (W Radio, 2016), ya que el territorio donde ellos se encontraban hace parte, en la actualidad, del Parque Nacional Natural Tayrona y sus aguas están protegidas. Este tipo de desplazamiento institucional que están sufriendo los pescadores no es el único. Además de esta limitación impuesta por Parques Nacionales de Colombia al norte, se está fraguando un muelle en el límite sur de su territorio ancestral. El objetivo de este muelle es el de permitir el cargue y descargue de graneles líquidos como aceite de palma, en su mayoría, e hidrocarburos (sin la garantía de que no se vaya a incluir carbón en un futuro).

En el año 2008, la empresa Terlica, dedicada a la prestación del servicio de almacenamiento de productos líquidos a granel, fue responsable del derrame de al menos 90 toneladas de aceite de palma que tiñó de rojo a toda la bahía y acabó con la vida coralina y de diferentes especies marinas de un gran sector de ésta (El Tiempo, 2008). Asimismo, el olor de la descomposición de este aceite duró por varios meses y todavía se encuentran sedimentos sobre gran parte del suelo marino. Esto impidió el desarrollo de las labores pesqueras normales, y del turismo, que es la otra fuente de ingresos para las personas del corregimiento, pues nadie quería bañarse en estas aguas.

Así, por si esta experiencia no hubiera sido lo suficientemente ilustrativa, a escasos 2 km del pueblo se le quiere seguir apostando a este tipo de actividad al construir este nuevo muelle para buques de hasta 50.000 toneladas (Caracol Radio, 2017), afectando, con este, no solo el tránsito de las pequeñas embarcaciones pesqueras de los tagangueros sino de diversas especies marinas y el suelo marino. Dada esta situación, no solo la pesca artesanal y ancestral en este territorio está en peligro de extinción, sino también toda una comunidad que depende de ella y del turismo para su subsistencia. De esta forma, las instituciones nacionales y las grandes empresas, en una suerte de neo-colonialismo, se están convirtiendo en los nuevos agentes de desplazamiento forzado en un país que recién le estaba apostando a una paz post-conflicto.

Así será el nuevo puerto que tendrá Santa Marta. Seguimiento.co. (29 de marzo de 2017). Disponible en: http://seguimiento.co/la-samaria/asi-sera-el-nuevo-puerto-que-tendra-santa-marta-5245

Al pertenecer a las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, esta zona está protegida por la UNESCO como Reserva de la Biosfera del planeta, sin embargo, el Gobierno nacional parece desconocer esto y no ha hecho nada para detener este proyecto “en pro del desarrollo”. La población ha empezado a emplear las pocas herramientas legales que posee para tratar de revocar la adjudicación de una licencia ambiental para el proyecto. No obstante, lo anterior es difícil pues el grupo empresarial Daabon (quienes desean construir el puerto para exportar su producción de aceite de palma) posee una gran cantidad de recursos e influencias sobre entes estatales y un historial como agente de conflictos socioambientales, como, por ejemplo, el despojo de tierras a campesinos en Córdoba. Por esta razón, la comunidad ha querido que este crimen social y ambiental se pueda dar a conocer lo más posible. Es una lucha entre David y Goliat, y como en cualquier otra historia, esperamos que los procesos legales instaurados prosperen a favor de la comunidad y, así, la justicia social y ambiental prevalezca y se pueda atinar un contundente golpe al gigante abusivo.

Referencias:
INVEMAR. (2008). “Monitoreo de la calidad de aguas y sedimentos, y de los ecosistemas marinos en las zonas afectadas por el derrame de aceite de palma, bahías de Taganga y Santa Marta (Magdalena)”. Informe técnico final, Instituto de Investigaciones Marítimas y Costeras ‘José Benito Vives de Andreis’ Santa Marta DTCH.

W Radio. (16 de agosto 2016). En Santa Marta se conocerá primera condena por pesca ilegal. Sección Regiones.

El Tiempo. (24 de agosto de 2008). Nuevo derrame de aceite vegetal en Santa Marta protagoniza la empresa Graneles Líquidos del Caribe.

Caracol Radio. (5 de abril de 2017). Con 12 millones de dólares construirán puerto de graneles líquidos en Santa Marta.

Seguimiento.co. (29 de marzo de 2017). Así será el nuevo puerto que tendrá Santa Marta.