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Tejiendo lazos desde la nación Wampís

First published on 02/27/2019

“Nos reconozca o no nos reconozca el Estado, nos hemos proclamado, nos hemos autolinderado, nos hemos autoreconocido y en este camino estamos” (Wrays Pérez, Pámuk GTANW, febrero 2019).

Por: Paola Maldonado Tobar y Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA – Asociación para Desarrollo Alternativo.

En la sala comunal de Soledad, capital del territorio Wampís, a las orillas del Río Santiago, en la Amazonía Peruana, Wrays Pérez recibe a una delegación de 11 personas que quieren conocer la Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís (GTANW) del cual él es Pámuk (presidente). Wrays lleva la imagen de un jaguar en el pecho y una corona de plumas en la cabeza; con su presencia inspira seguridad y fuerza espiritual.

El grupo que les visita está integrado por hombres y mujeres, delegados del Pueblo Shuar Arutam (PSHA), Achuar, Pueblo Kichwa de Sarayaku, Shuar y Sapara, que son hermanos y hermanas que vienen desde “el norte”, prefieren decirlo así, para evitar definirse como ecuatorianos o peruanos, porque han sufrido en su propia piel el impacto de varias guerras donde debieron confrontar entre ellos para responder a conflictos creados entre Quito y Lima; y vieron trazar una frontera que nunca entendieron.

Es la mañana del 5 de febrero, y como suele pasar en los días importantes, el Pámuk ha reunido al Consejo de Sabios y Sabias Wampís para recibir a la delegación y abrir el diálogo sobre la defensa territorial y el gobierno territorial autónomo. Dan gracias al Arutam, el espíritu supremo que habita en el cielo y es la reencarnación de los ancestros, por haber permitido que la delegación llegue bien, aún cuando el río estaba crecido y lleno de troncos por las fuertes lluvias.

Entre la delegación están dos representantes de la Confederación de Nacionalidades de la Amazonía Ecuatoriana, CONFENIAE, una delegada del Consocio TICCA Latinoamericano, que viene desde la amazonía boliviana, el equipo técnico y de comunicación de la Fundación ALDEA y Amazon Watch. La Fundación ALDEA es una organización ecuatoriana, Miembro del Consorcio TICCA, que ejecuta la Iniciativa Global de Apoyo (GSI) al Reconocimiento y Fortalecimiento de los territorios de vida en el Ecuador. Además ejecuta el proyecto Tejiendo Lazos, que promueve el intercambio de experiencias entre organizaciones indígenas y comunidades forestales de América, Asia y África en temas de gestión de bosques y cambio climático. Tejiendo Lazos es el proyecto que hace posible esta visita al territorio wampís. El Consejo de Gobierno del Pueblo Shuar Arutam, el Pueblo Kichwa Sarayaku y el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís son tres Miembros del Consorcio TICCA.

Tres comunicadores de Radio Wampís hacen el registro del evento, transmiten en vivo y asumen el rol de maestros de ceremonias para la inauguración. La presencia de Marlon Vargas, Presidente de CONFENIAE, le da relevancia al Encuentro, porque se trata del presidente de una organización comparable la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, AIDESEP. Wrays Pérez y Marlon Vargas asumen el liderazgo del evento.

Para Marlon Vargas, este reencuentro de hermanos y hermanas del norte y del sur, es algo histórico después de 50 años de no haber podido juntarse. “Es algo histórico, sobre todo si trabajamos en aras de la unidad”. El último Encuentro entre Shuar y Wampís ocurrió hace 10 años en el marco del Plan Binacional.

En Soledad se teje la autonomía territorial

En noviembre de 2015, tras un proceso de 20 años de reflexión, consulta y consensos, la Nación Wampís se autoproclama como Gobierno Territorial Autónomo, ejerciendo así su derecho a la autodeterminación. Son 1’300.000 hectáreas de bosque que se asienta en dos cuencas hidrográficas de los ríos Santiago y Morona, cuyas nacientes están en el lado ecuatoriano. Se trata de un territorio habitado por 15.500 personas, asentadas en 65 comunidades (22 de ellas tituladas), donde además existen unos pocos asentamientos colonos y asentamientos militares.

“La autonomía que demandamos” -aclara Shapión Nonenga- Secretario Técnico del GTANW, “no es la autonomía originaria, porque reconocemos que en nuestras comunidades ya ha entrado la sociedad occidental, se trata de una autonomía posible que implica una conducción del camino propio, consensuado, involucrando fuertemente a los jóvenes y a los mayores”. Para esta autonomía, a nivel externo, el mayor problema es la relación con el Estado y con la sociedad civil no indígena. “El GTANW se esfuerza en establecer protocolos de relacionamiento que nos permitan un camino donde los Wampís podamos mantener el sistema de conservación de la naturaleza, pero también el respeto a otras culturas y sus sistemas de vida”.

Parte del ejercicio de un gobierno territorial autónomo está en definir qué tipo de educación quieren tener, qué tipo de salud y qué alternativas económicas y energéticas son viables para la vida en las comunidades desde su propia visión. Les tomó 4 años socializar los estatutos del GTANW, ahora trabajan en un código de justicia Wampís, y para el 2021, tienen previsto entregar su propuesta de educación propia, porque “Desde que entraron las escuelas oficialmente en la amazonía, se ha ido perdiendo la visión propia, que es una visión de la vida en armonía con la naturaleza y el cosmos, que en el conocimiento occidental no se llega a entender porque que se ve todo fragmentado”, indica Nonenga.

“Nos hemos autoproclamado, nos hemos autolinderado, nos hemos reconocido” señala el Pámuk. Para constituir el GTANW ha sido fundamental emprender procesos propios de mapeo, de zonificación, el mapeo histórico cultural (proceso de más de 10 años, apoyado por ONGs aliadas en el Perú), así han reconocido, entre otras cosas, que el origen de cultura está en Macas (lado ecuatoriano donde se localizan sus principales referentes arqueológicos), menciona que ha sido fundamental contar con aliados para tener información que, desde la ciencia occidental, aporte elementos geológicos, biológicos y antropológicos que sustentan lo que los Wampís ya sabían: que habitan ese territorio hace más de 7.000 años. Tras todo ese reconocimiento “nos pronunciamos ante el mundo para decir que estas hectáreas de bosque verde y fresco son para contribuir a mitigar el calentamiento global. No pensamos en el dinero, sino en tener una buena calidad de vida para nuestras próximas generaciones y para la humanidad” señala el Pámuk.

Pero en medio del bosque, los ríos y todos los seres que los habitan, las amenazas están presentes: “La presencia del extractivismo es un gran problema que tenemos. Pese a que son problemas serios de la contaminación, hay gente que todavía no está pensando que va a tener nietos. No están pensando en eso, solo están pensando en el presente. Y ese es un problema serio para nosotros y para la humanidad. Eso es preocupante y eso duele, pero estamos trabajando en ello”, indica Wrays Pérez. En el territorio Wampís el Gobierno peruano ha otorgado concesiones petroleras, pero también están amenazados por la minería ilegal; y como si no fuera suficiente, el anuncio de proyectos mineros en la Cordillera del Cóndor, en el lado ecuatoriano, les significa una nueva amenaza porque la contaminación les llegaría de manera directa.

Andrés Noningo, uno de los Sabios, es enfático en señalar que “entendemos que de aquí a 100 años tendremos más población y no habrá más espacio donde podemos descansar y habrán más conflictos en el uso de nuestro territorio. Tengo 64 años y estoy viendo que se están agotando cada vez más las bondades de la naturaleza, y el territorio mismo va a siendo copado. No tenemos más espacios como para trasladarnos si se agota este sitio. No tenemos un espacio donde colonizar. Entonces, tenemos que usar sabiamente territorio, con dignidad y fidelidad, como han habitado nuestros ancestros junto a todos los seres de la naturaleza. Ellos habitaban este territorio no con una visión del dinero, sino con una visión de vida, para que nuestro Arutam nos dé un aliento de vida, para que nuestro Arutam nos inspire respetar este territorio que tenemos ahora. Esto es para los futuros niños y niñas. Ojalá entiendan los de la futura sociedad de la nación wampís y los demás hermanos también entiendan cómo estamos pensando la nación wampís”.

“Si no tenemos territorio, los Wampís no tenemos nada” reflexiona el Pámuk mientras aclara que ”el planeta está en crisis y tenemos que trabajar para cuidarlo”.

Los testimonios de los sabios y sabias de la nación Wampís, interpelan y desafían a la delegación “del norte”. Al compartir caso por caso las experiencias, se van encontrando similitudes y diferencias. El PSHA está atravesando una situación muy delicada ante la llegada de la minería a cielo abierto en la cordillera del Cóndor: 3 empresas mineras tienen concesiones sobre gran parte de su territorio ancestral, y les amenaza también la construcción del proyecto hidroeléctrico Hidro Santiago. Los Achuar, Sapara y Shuar también enfrentan desafíos fuertes para lograr la defensa territorial. En el intercambio de experiencias se reconoce que “en el norte” también se tejen autonomías, es el caso del Pueblo Kichwa de Sarayaku, que ha anunciado al mundo su propuesta Kawsak Sacha o Selva Viviente.

Es a través del diálogo frontal y sincero cuando el pensamiento y la palabra van cobrando fuerza y se reconocen como parte de una misma familia, como un gran territorio “interpueblos”, donde solamente la unidad y el trabajo conjunto van a poder frenar el extractivismo. Su vínculo ancestral fue afectado por lógicas económicas y políticas externas, y sin embargo, actualmente muchas de sus luchas y reivindicaciones son iguales: el reconocimiento a sus formas propias de organización y autogobierno, la autonomía y autodeterminación como parte de sus derechos colectivos y territoriales, y la defensa de sus propias formas de vida.

Luego de dos días de diálogo, se fortalecen los lazos entre pueblos y se van con la tarea de seguir tejiendo un territorio diverso y fuerte, donde la intensidad de la vida se siente en cada gota de lluvia, se van con la visión de un gran territorio de vida en las nacientes de la cuenca amazónica.

Créditos de fotos: Edu León