Este es un extracto del discurso que Luis Guillermo Izquierdo pronunció el 9 de agosto de 2024 en la conmemoración virtual del Consorcio TICCA del Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo
First published on 09/06/2024, and last updated on 09/11/2024
Por Luis Guillermo Izquierdo
Indígena del Pueblo Arhuaco, Colombia; y presidente del Consorcio TICCA
Nosotros, los Pueblos Indígenas del mundo, llevamos a cabo una misión innegociable: la conservación de la naturaleza como componente inherente a la vida y la identidad. El territorio y sus elementos constitutivos son parte de nuestros conocimientos, el contexto natural y territorial es un reflejo mutuo de la vida humana y natural de la tierra; por una parte, la tierra es el reflejo de nuestros cuerpos y, por otra, somos el reflejo de la tierra; este condicionante nos une y nos lleva a apreciarla como a sí mismo. Nuestras identidades tradicionales y visión ancestral contemplan a la tierra y el territorio como nuestra madre, la energía eterna y nuestra casa. Desarrollamos nuestras vidas, tradiciones y técnicas de supervivencia acorde al comportamiento del territorio y el conjunto de elementos naturales que lo constituyen, lo que garantiza que nuestras acciones como sociedades y Pueblos Indígenas se encuentren reguladas y meditadas por el conjunto de conocimientos tradicionales que se tienen sobre la naturaleza, lo que garantiza un uso y administración sustentables.
Los sistemas de conocimientos permiten pronosticar y ordenar nuestras vidas y necesidades en respuesta al comportamiento de la naturaleza y la biodiversidad, esto se ha venido haciendo milenariamente y hoy perviven en nuestras prácticas cotidianas. En consecuencia, tenemos una visión y modo de actuar que se orienta a partir de las señales e indicaciones que la misma naturaleza nos enseña, mediante un lenguaje de códigos naturales que están presentes en los territorios. Las realidades y situaciones actuales de la sociedad en general y los territorios han provocado y acelerado una ruptura de esta lógica milenaria; por ejemplo: el despojo de nuestras tierras, la violencia dentro de nuestros territorios, la colonización y, recientemente, los diferentes mecanismos técnicos, tecnológicos y normativos saltan como amenazas latentes, dado que cada día la intromisión en las tierras ancestrales es más acentuada.
Retomando la idea de la vida nuestra como pueblos y la relación con el territorio, es importante recalcar que la mirada tradicional sobre el territorio nos permite una lectura propia sobre nuestra forma de ordenamiento y gobierno. Nuestra perspectiva es resultado de la construcción sociocultural que vincula nuestras vidas a la naturaleza, en una relación socioambiental recíproca y horizontal. Se puede afirmar que este condicionante cognitivo de nuestros Pueblos Indígenas y la relación con el territorio anula todo tipo de concepción reduccionista del territorio como utilitario y objeto de dominación por parte de las sociedades mayoritarias y formas avanzadas de estudiar la tierra y el territorio. Nuestra cosmogonía y visión interpreta y comprende el territorio como un espacio sagrado, fuente de vida, generador de semillas de vida que son revitalizadas y estimuladas con el paso del tiempo; el territorio ancestral posee códigos que guían el orden natural de la tierra y sus componentes, que conectan los elementos constitutivos del territorio y el universo mismo. Entender estos sistemas naturales constituye la misión más importante para conservar y preservar el mundo natural de manera integral.
La aprehensión de los conocimientos ancestrales son el resultado de una relación recíproca e intuitiva entre el ser y el territorio. Dicha enseñanza nos ha permitido históricamente ordenar el uso de los elementos naturales desde una lógica tradicional, con base en códigos y simbologías reales que corresponden a espacios sagrados que emiten mandatos y principios que dan sentido y fundamento a la convivencia mutua nuestra con los territorios, es así como percibimos y vivimos el territorio y la naturaleza como nuestra fuente energética.
En este contexto, es importante mencionar que los espacios sagrados dentro de nuestros territorios configuran y dan vida a nuestros padres y madres ancestrales y tienen funciones específicas e irremplazables que determinan el ejercicio del gobierno tradicional y resuelve las pautas que rigen para guiar a las sociedades. Por ejemplo, los padres y madres sobre el componente natural del agua, en muchos de los casos están inmortalizados a partir de la presencia y existencia natural de cerros donde nacen ciertos ríos, al tiempo constituyen un gobierno ancestral del área donde surge dicho río, pues allí ejerce jurisdicción ese padre ancestral. Así, el agua, como elemento constitutivo del territorio, es sagrada. El componente natural del agua establece una red de fluidos líquidos sagrados internos y externos de la tierra que garantiza el sostenimiento y la reproducción de la vida natural y social.
Nuestros sistemas de conocimientos plantean que los territorios y la tierra son seres humanos femeninos, el agua o fluidos líquidos son la sangre y sirve de medio articulador de los distintos órganos en el contexto del cuerpo humano; por su lado, todas las vegetaciones son los cabellos y vellos. En consecuencia, el uso y ordenamiento del territorio es regido por las leyes ancestrales, pues el territorio está ordenado y son los seres humanos quienes desequilibramos su curso natural.
Nuestros pueblos y sociedades indígenas basamos todas las acciones o actividades dentro del territorio y la tierra con fundamento en estos principios y mandatos, a partir de allí desarrollamos un ejercicio de la gobernabilidad tradicional que busca regular y controlar hacia la coherencia y el manejo apropiado del territorio ancestral. El cumplimiento de los mandatos ancestrales son un conjunto de reglas que rigen y armonizan con las prácticas cotidianas culturales, bajo esta perspectiva se crea una disciplina en las dimensiones sociales, espirituales y territoriales, que implica conocer el lugar donde nace y se origina el pensamiento y misión de cada ser. Estar desvinculado del territorio es un riesgo porque se desvía el sentir y actuar del humano, por ello surgen las agresiones y el uso desmedido del territorio y la naturaleza.
El territorio y la naturaleza son la fuente de energía que da vida, orienta y enseña, constituye el proceso de aprendizaje más grande e importante para el ser humano y nosotros, los Pueblos Indígenas, contamos con los conocimientos para conservarlo y protegerlo. Nuestras formas y mecanismos sociales y culturales que nos permiten el desarrollo humano nos lleva a tener sistemas de gobiernos tradicionales que habitan y establecen reglas de convivencia dentro de los territorios y desde allí subyace el legítimo orden ancestral del territorio y la naturaleza, que no es otra cosa que guiarnos por las normas mismas de la naturaleza; experimentar socialmente esta idea es al mismo tiempo amar la vida integralmente, ensayando una relación armónica con la naturaleza, los elementos constitutivos del territorio y las personas, de cara a la conservación natural y biológica de la tierra.
En conclusión, hoy en la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas es importante recordar al mundo y los gobiernos que, para nosotros, los Pueblos Indígenas de América y el mundo, no se trata de gobernar el territorio, sino de obedecer el mandato del territorio como gobierno constituido ancestralmente, codificado en los territorios e interpretado por nuestros conocimientos y enseñado por nuestros sabios y sabias.