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Las voces de los guardianes de los territorios de vida sobre el marco mundial de la diversidad biológica posterior a 2020

Seis fundamentos clave para sostener los territorios de vida a partir de una profunda reflexión entre los Miembros del Consorcio TICCA en África, Asia y América Latina sobre el marco posterior a 2020

Mujeres pastoras nómades Shahsevan posando con su camello bactriano (con dos gibas) en el noroeste de Irán. Fotografía: Fatma Zolfaghari

First published on 03/21/2022, and last updated on 09/22/2023


NOTA: Las prioridades descritas en este artículo fueron identificadas a través de las diversas experiencias de Miembros de los territorios de vida en África, Asia, Mesoamérica y Sudamérica. Por favor, envíe un correo electrónico a Carolina Rodríguez para obtener más información y detalles de este proceso colectivo y las ricas reflexiones que han surgido hasta ahora.


Por María Carolina Rodríguez Acero
Punto focal regional de política internacional, Consorcio TICCA; y

Ameyali Ramos
Coordinadora de Políticas Internacionales, Consorcio TICCA

El trabajo en red, el aprendizaje entre iguales y la incidencia política son aspectos clave del trabajo del Consorcio TICCA. A lo largo del último año, el Consorcio TICCA ha enriquecido procesos profundos y significativos de reflexión y aprendizaje con Miembros de Pueblos Indígenas, comunidades locales y de base en varias regiones sobre las prioridades clave y el marco mundial de diversidad biológica posterior a 2020 de la ONU (marco post-2020), con el objetivo de garantizar que los guardianes indígenas y comunitarios de las tierras y los territorios de vida sean plenamente respetados y reconocidos en el marco post-2020.

A través de diálogos e intercambios, los Miembros han identificado seis fundamentos importantes para sostener los territorios de vida y para mantener los esfuerzos de conservación de la naturaleza más allá del 30 % del planeta, como se propone en el proyecto del marco post-2020.

A continuación, se presenta un resumen de las prioridades y cuestiones clave identificadas en estos intercambios profundamente significativos:

El reconocimiento legal de los territorios de vida de los Pueblos Indígenas y de las comunidades locales debería estar en el centro de los esfuerzos de conservación de la naturaleza. No solo por lo que estos territorios de vida representan en la protección de los derechos colectivos y el respeto y reconocimiento de sus tierras, aguas y recursos, sino también por lo que los territorios y sus guardianes aportan a la conservación de la naturaleza a través de sus estrategias consuetudinarias de conservación, sus formas adaptativas de movilidad y delimitación territorial que permiten la conectividad de los ecosistemas y su integración en paisajes terrestres y marinos más amplios. Dejar este reconocimiento fuera del marco posterior a 2020 representaría un gran descuido y un retroceso para los esfuerzos de conservación mundial y continuaría la erosión de los derechos y exacerbaría los conflictos. Los esfuerzos de conservación deben apoyar el reconocimiento legal de los territorios de vida y sus guardianes.

La autodeterminación, el autogobierno y el consentimiento libre, previo e informado son tres principios y derechos fundamentales que deben respetarse y posicionarse en la toma de decisiones en torno a la biodiversidad y la conservación de la naturaleza a nivel nacional y subnacional. Cuando se reconozcan y refuercen estos derechos comunitarios y colectivos, los estados-nación podrán forjar nuevas relaciones con los guardianes de los territorios de vida y viceversa. Un enfoque de derechos colectivos, que vaya más allá de “sólo” los derechos humanos individuales, refleja mejor las relaciones de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales con la naturaleza y sus contribuciones a la misma, y visibiliza más la importancia de incluir sus sistemas consuetudinarios en el lenguaje del marco post-2020. Este enfoque es crucial para lograr un diálogo holístico y reducir los conflictos entre los responsables de la toma de decisiones acerca de la conservación, ya que se basa en instrumentos y disposiciones internacionales clave como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas , el Convenio 169 de la OIT de 1989  y la Meta 11 de Aichi . En cuanto a las “otras medidas efectivas de conservación basadas en áreas” (OMEC), que se incluyeron por primera vez en la Meta 11 de Aichi y que ahora están en el borrador de la Meta 3 del marco post-2020, estas deben permitir el reconocimiento de los sistemas jurídicos consuetudinarios de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales en sus territorios como parte fundamental de la toma de decisiones.

El uso consuetudinario es un principio y una práctica que sustenta la conservación en los territorios de vida. Sin embargo, la historia y las experiencias actuales han demostrado que gran parte de los territorios ancestrales de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales han sido definidos unilateralmente como áreas protegidas con sistemas de gestión y gobernanza que prohíben o limitan el uso consuetudinario. Este último representa la interdependencia entre la conservación, la soberanía alimentaria, el bienestar y la calidad de vida de forma integral. Este principio debe incorporarse plenamente a la conservación dominante, incluyendo las categorías y designaciones de áreas protegidas y conservadas, de manera integral y holística, reduciendo así el enfoque dicotómico de la conservación en relación con los Pueblos Indígenas y las comunidades locales.

Los océanos, los mares y los territorios de los pueblos móviles son parte integrante de los territorios ancestrales de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales, y deben ser incorporados en sus deliberaciones internas, así como en sus estrategias y posiciones de incidencia para el marco post-2020. En estos territorios de las comunidades móviles, hablar de fronteras es hablar de conectividad, porque son áreas donde el hábitat está definido por las relaciones entre los seres humanos, la vida silvestre y otros animales que pueden estar totalmente protegidos como áreas sagradas consuetudinarias, con estrategias de uso sostenible consuetudinario o corredores consuetudinarios de intercambio de semillas y prácticas transitorias y tradicionales con la naturaleza. La movilidad es otra medida de conservación eficaz que debe ser reconocida como tal. Los patrones de uso no sedentarios, como los movimientos estacionales, las migraciones y las zonas sin asentamientos permanentes -incluida su gobernanza consuetudinaria- deben considerarse en el marco post-2020 como un enfoque eficaz para la conservación de la naturaleza y la adaptación al cambio climático.

Destacar el concepto de tierras, aguas, territorios y recursos de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales que va más allá de las OMEC es apoyar el reconocimiento de los territorios de vida y sus sistemas específicos y únicos de gobernanza, gestión y uso. Los Miembros del Consorcio TICCA consideran que es importante seguir reflexionando críticamente y comprender las sinergias entre las OMEC y los TICCA-territorios de vida, para entender los elementos de gobernanza de las OMEC en términos de las necesidades y las expectativas de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales. Además de esto, se deben identificar e informar los sitios como OMEC a través de diálogos transparentes, consultas y del consentimiento libre, previo e informado.

Los territorios de vida de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales, incluidos los pueblos móviles y las comunidades marinas y costeras, son una parte fundamental de la conservación basada en áreas. Los gobiernos de los estados-nación y los organismos internacionales deben reconocer, respetar y defender adecuadamente los sistemas normativos consuetudinarios, así como las estrategias de conservación y uso consuetudinario de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales en la planificación, gobernanza, gestión, administración y aplicación de la conservación basada en áreas. En este contexto, las estrategias para la conectividad de los ecosistemas y las áreas de conservación deben dialogar y comprometerse con los enfoques holísticos y basados en los derechos. De este modo, la gobernanza equitativa y la gestión eficaz pueden ser posibles cuando los gobiernos estatales reconozcan los territorios de vida y sus guardianes como titulares de derechos colectivos.